viernes

Soneto III





Contémplate al espejo y di a tu rostro
que ya se reproduzca sin demoras;
si no renuevas tu frescura en otro
al mundo y a una madre desazonas.
Pues ¿qué doncella habrá tan altanera
para vedar su huerto a tu simiente?
¿Y quién tan vanidoso que prefiera
privarnos de belleza con su muerte?
Tú eres la viva imagen de tu madre
y ella ve en ti el frescor de sus abriles;
también tú en tu vejez podrás mirarte
y ver la edad de oro que ahora vives.
Mas si prefieres que no te recuerden,
no engendres y tu imagen con ti muere.


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