sábado

Soneto XLI



Tu juventud y tu belleza explican
que al ausentarme de tu corazón
la libertad te induzca a la malicia
pues donde vayas, va la tentación.
Y es que tu gracia te hace apetecible
y tu apostura invita a conquistarte;
¿y qué hijo de mujer se le resiste
a un guiño de mujer sin dar combate?
No vuelvas, ay de mí, a usar mi asiento
a aplaca esa belleza descarriada
que te hunde en el escándalo, sabiendo
que acabarás rompiendo dos palabras:
la de ella, que sucumbe a tu belleza;
y la de tu belleza traicionera.


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