sábado

Soneto XXI



No haré como esa musa que, en sus versos,
le canta a una belleza aderezada,
se atreve a usar el cielo de ornamento
y, a fuerza de encontrar en cada gracia
un símil de lo bello, lo empareja
al sol, la luna, a gemas de los mares,
a toda flor de abril y a mil rarezas
que habitan las esferas celestiales.
Dejadme ser veraz, ame o escriba,
y creedme que mi amor no es más hermoso
que el hijo de cualquier mujer ni brilla
cual en el éter los candiles de oro.
Si han de hacer alharaca, por mí bien;
yo no lo haré, pues nada he de vender.


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