sábado

Soneto XXII




No logrará mi espejo avejentarme
si tú y la juventud vais de la mano;
mas cuando el tiempo a ti también te marque
sabré que el tiempo a mí ya me ha alcanzado.
Pues toda esa belleza que te viste
es el ropaje de mi corazön:
si él vive en ti como en mi pecho vives,
¿por qué iba a ser más viejo yo que vos?
Es ésta la razón por la que ruego
que cuides de ti, amor, como yo cuido
tu dulce corazón que yo, en mi pecho,
atiendo de los males como a un niño.
Me diste el corazón: si lo reclamas
acabas con el mío y aún te ufanas.


Sonetos de Shakespeare © 2008 Template by:
SkinCorner