sábado

Soneto XXIII

Así como el actor con pocas tablas
el miedo le confunde los papeles,
o al ser feroz el cúmulo de rabia
le mina el corazón aun siendo fuerte,
por miedo de confiarme se me olvidan
los ritos amorosos del cortejo
y el peso de mi amor es tal que mina
la fuerza que mi amor retiene dentro.
Prefiero la elocuencia de mis ojos,
voceros mudos de mi pecho hablante,
que piden por amor y exigen poco,
que la de aquella lengua que habla en balde.
Lee bien lo que el amor silente escribe,
pues la mirada que oye, de amor vive.


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