sábado

Soneto XXXI


Tu pecho acoge aquellos corazones
que, al darlos por perdidos, di por muertos,
y en él reina el amor, sus partes nobles,
y todo amigo que enterré en el tiempo.
Más de una lágrima gentil y casta
robó a mis ojos el amor sincero
a cuenta de interés por los que faltan,
¡que están, pero escondidos en tu pecho!
En ti vive el amor sepulto, junto
a antiguos galardones de mis lances,
y lo que fue de muchos ahora es tuyo
pues te han hecho legado de sus partes.
Hoy veo en ti sus adorados rostros:
todos son tú y de mi lo tienes todo.



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