sábado

Soneto XXXVIII

¿Cómo iba a hacerle falta, mientras vivas,
buscar motivos nuevos a mi musa,
cuando es tan dulce el arte que tú inspiras
que no hay papel vulgar que lo traduzca?
Si hay algo de lo que hago que, a tus ojos,
sea digno de valor, date las gracias;
pues sólo un necio no hallaría el modo
de darle forma al resplandor que irradias.
Si en nueve musas creen los rimadores,
sé tú la que hace diez; y sé diez veces
más eficaz: que todo el que te invoque
pueda alumbrar estrofas indelebres.
Y si mi musa agrada en estos tiempos,
el parto es mío pero tuyo el premio.


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