Sonetos de Shakespeare
miércoles
Soneto LXXXIII
A ti pintura nunca te hizo falta,
por tanto no me he puesto a retocarte,
pues siempre presumí que sobrepasas
la oferta ineficaz que adeuda un vate.
Por eso me dormí con tu pintura,
pensando que está en ti la prueba viva
de que se queda corta cualquier pluma
que trate de añadir donde ya había.
Tú crees que es pecado mi silencio
y yo me vanaglorio de ser mudo:
callando, ni malogro lo que es bello
ni, en vez de darte vida, te sepulto.
Un ojo tuyo encierra más viveza
que los elogios de tus dos poetas.
‹
›
Inicio
Ver versión web