Sonetos de Shakespeare

viernes

Soneto XCIV



Aquellos que pudiendo herir, no hieren
ni hacen tampoco lo que más enseñan,
y permanecen, aun cuando conmueven,
tan fríos e insensibles como piedras,
son justos herederos de las gracias
del cielo, que administran con mesura;
son dueños y señores de sus caras:
el resto, como mucho, los ayuda.
La flor de estío luce en el verano,
florece y se marchita por su cuenta;
mas basta que la infecte algún hierbajo
para que se resienta su nobleza:
Actuando mal se amarga lo más dulce;
no hay peor olor que el lirio que se pudre.

lunilla a las 04:01
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Quillota, Valparaiso, Chile
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