¡Lo ves! Cuando la tierna luz renace
y asoma por oriente su penacho,
todos los ojos rinden homenaje
a la sagrada majestad del astro.
Y cuando, ya en su edad mediana, alcanza,
robusto y joven aún, la etérea cima,
no dejan de adorarlo las miradas
que siguen su dorada travesía.
Mas cuando se retira lentamente
en su cansino carro, como un viejo,
los ojos que lo honraban ya se vuelven
y dejan de seguirlo en su trayecto.
Tú que estás en el cenit del camino,
sin hijos morirás inadvertido.
William Shakespeare
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Siempre Shakespeare
Ay, cómo dudo cuando de ti escribo sabiendo que otro espíritu te alaba mejor que yo y con tan potente estilo que es como si con él me amordazara. Mas como tu caudal, que es noble y ancho, se deja atravesar por toda vela, también mi basto y pertinaz balandro, menor que el suyo, surca tu grandeza. Si yo con tu somera ayuda floto, él sabe hollar tu piélago profundo; o soy un barco náufrago, sin fondo, y él, uno levantado con orgullo. Lo peor de que yo encalle y él prosiga es que mi propio amor sea una ruina.