No haré como esa musa que, en sus versos,
le canta a una belleza aderezada,
se atreve a usar el cielo de ornamento
y, a fuerza de encontrar en cada gracia
un símil de lo bello, lo empareja
al sol, la luna, a gemas de los mares,
a toda flor de abril y a mil rarezas
que habitan las esferas celestiales.
Dejadme ser veraz, ame o escriba,
y creedme que mi amor no es más hermoso
que el hijo de cualquier mujer ni brilla
cual en el éter los candiles de oro.
Si han de hacer alharaca, por mí bien;
yo no lo haré, pues nada he de vender.
William Shakespeare
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Siempre Shakespeare
Ay, cómo dudo cuando de ti escribo sabiendo que otro espíritu te alaba mejor que yo y con tan potente estilo que es como si con él me amordazara. Mas como tu caudal, que es noble y ancho, se deja atravesar por toda vela, también mi basto y pertinaz balandro, menor que el suyo, surca tu grandeza. Si yo con tu somera ayuda floto, él sabe hollar tu piélago profundo; o soy un barco náufrago, sin fondo, y él, uno levantado con orgullo. Lo peor de que yo encalle y él prosiga es que mi propio amor sea una ruina.